
Florentina Ariza conoció a Fermina Daza muy joven, y apenas la vio avanzar entre los ramos de flores blancas y los puestos con olor a fritanga del mercadillo en Cartagena de Indias, supo que era la mujer de su vida. Seguro urdió en su mente algunas palabras para sí mismo, no como un lamento gélido, sino con una terquedad inaudita y exenta de dudas:
- Te amaré por siempre.
Fermina Daza lo quiso un momento para después olvidarlo, se casó y tuvo hijos, lo odió a la vejez, de viuda, pero Florentino Ariza no se olvidó nunca de su promesa. Se empecinó en desafiar cualquier ley de vida, cualquier razón que le dijera que todo amor es efímero, y jamás eterno. Y también deja claro – como resume García Márquez su dimensión sobrehumana – lo que durarán sus ilusiones, sus sueños, su amor inverosímil y febril como las noches más calurosas e insomnes de la canícula caribeña: toda la vida.
5 comentarios:
Cuánta "alta cultura" (como diría Lafuente) hay en tu blog. Me quedo sin saber qué decir.
Preciosa historia y mejor recomendación. No recuerdo que en Cartagena de Indias hubiera puestos de fritangas a lado de jardines de flores. La parte pobre es la pobre y la parte rica es rica y ese es un patrón que se repite por toda Colombia.
dejémoslo a la imaginación, entonces. en los mercadillos latinoamericanos se suelen mezclar todo tipo de olores, aunque no conozco los de cartagena, y menos los de comienzo de siglo. en los libros de gabo, en todo caso, el olor a fritanga y el calor tropical suelen ser una constante...
¿alta cultura? en estos días le dedicaré un post a "easy rider", o mejor, a "star wars". después me vuelves a poner lo de alta cultura;-)...
Star Wars? Me encanta tu mezcolanza...
Tal vez la eternidad no resida en este mundo y mucho menos para el amor. Pero el concepto de lo eterno, sí que puede encontrarse en cada uno de nosotros. Estoy convencida que el sentir de las personas sí se puede prolongar y conseguir la eternidad.
Un bsote "príncipe"
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