Truman Capote
Holly Golightly no es una niña, pero aún le falta algo para ser mujer. Tiene la nariz respingada y los labios abultados, y el vértigo grabado en su figura delgada y excéntrica, y en la algarabía de colores de su pelo corto. No se detiene a pensar o reflexionar; sólo hace, actúa; y viaja. Le gusta matar las horas vacías en la joyería Tiffany’s de la Fifth Avenue en Nueva York – dice Truman Capote –, donde nada malo puede tener lugar.
Holly no se llama en realidad Holly, pero eso no importa tanto, porque no tiene de ninguna manera tiempo para detenerse a explicarlo todo. Sus vecinos se enamoran de ella, los viejos y hasta el más joven, aunque todos de manera platónica. El marido que tuvo en la otra vida la sigue llamando Lumanae y la quiere aún en el rellano de la escalera, cuando Holly le explica – no: le muestra – que no volverá a su casa de viudo viejo, con los zarzales y con sus niños adultos.
Aparenta alguna edad entre los 16 y los 30, y son en realidad casi los 19 que hacen sonrojarse aun a los meses que pasan. Frecuenta a los ricos más ricos y estúpidos de Nueva York, sin cohibirse ni sonrojarse. El tipo con el que se iba a casar la abandona, no sola, sino con su barriga, y le quiere, aun cuando la barriga vuelve a ser solo barriga y ella ya no será madre soltera; el jefe de la mafia la utiliza para enviar mensajes desde la cárcel, y le quiere, a pesar de los juicios, las comparecencias y la huida.
Holly no se llama en realidad Holly, pero eso no importa tanto, porque no tiene de ninguna manera tiempo para detenerse a explicarlo todo. Sus vecinos se enamoran de ella, los viejos y hasta el más joven, aunque todos de manera platónica. El marido que tuvo en la otra vida la sigue llamando Lumanae y la quiere aún en el rellano de la escalera, cuando Holly le explica – no: le muestra – que no volverá a su casa de viudo viejo, con los zarzales y con sus niños adultos.
Aparenta alguna edad entre los 16 y los 30, y son en realidad casi los 19 que hacen sonrojarse aun a los meses que pasan. Frecuenta a los ricos más ricos y estúpidos de Nueva York, sin cohibirse ni sonrojarse. El tipo con el que se iba a casar la abandona, no sola, sino con su barriga, y le quiere, aun cuando la barriga vuelve a ser solo barriga y ella ya no será madre soltera; el jefe de la mafia la utiliza para enviar mensajes desde la cárcel, y le quiere, a pesar de los juicios, las comparecencias y la huida.
Entrañable y escurridiza, Holly viaja. En una estatuilla tallada en madera en algún lugar de África y examinada por sus vecinos en Nueva York sus labios parecen aún más gruesos, y las gentes de las tribus que visitan se preguntan qué hace una chica de entre 16 y 30 años viajando sola con dos hombres. Pero a Holly eso no le importa. No se detiene a pensarlo; sólo hace. Holly Golightly sigue viajando.
2 comentarios:
Cuesta imaginarse a Holly con el pelo corto, después de ver a Audrey con el moño perfecto a lo Givenchy.
Muchas gracias por la rebelión. Espero una buena dedicatoria original para mañana.
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